Lo primero a reseñar es que la abstención es la opción política «más» votada en estas elecciones. 2.647.810 andaluces y andaluzas se quedaron en casa. Y es que la abstención como el voto no es un contenedor homogéneo. Uno puede abstenerse por muchas razones y la abstención no es solo un problema propio de las izquierdas pero es un problema que afecta a las izquierdas andaluzas desde 2018. Ni la amplitud del menú electoral, ni la posibilidad de Vox entrando en San Telmo ha activado el voto de izquierdas.

Y eso es parte de la tragedia. Por otro lado el voto útil y centrista (que es donde usualmente suelen votar los andaluces) ha recaído en el Partido Popular. Moreno Bonilla ha conseguido vestirse con el disfraz de moderado, sensato y sereno. Y lo que indican las tendencias es que la gente ante una polarización política severa que ya dura varios años, una salida de una pandemia mundial, una guerra y una escalada en los precios que augura malos tiempos ha elegido el «virgencita que me quede donde estoy». Porque además el PP ha sabido configurarse como lo hacía el Psoe en otros tiempos.

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Eugenio Ponce, politólogo con gafas. Gaditano itinerante y miembro de la coordinadora Nacional de Adelante Andalucía. En Twitter: @eugenioponce