Occidente continúa blindando sus fronteras. Europa sigue reforzando la seguridad del jardín para que nada ni nadie ajeno a sus terrenos ose perturbar su calma. El pasado martes se pudo ver otro ejemplo más de esa militarización de las fronteras que tantos se empeñan en abrazar. Porque protegerse es lo normal. Porque construir muros —mentales y reales— parece ser la única solución factible.

El martes, Lituania aprobaba en su Parlamento unas enmiendas a su Ley de Fronteras Estatales que legaliza la detención de migrantes y también las devoluciones en caliente en su frontera con Bielorrusia. Enmiendas que también buscan hacer partícipe a la sociedad civil a través de un cuerpo fronterizo de voluntarios armados, voluntarios no profesionales a los que se les va a dar armas. Está previsto que estas modificaciones entren en vigor el próximo 1 de junio, modificaciones en una ley que solo se aplicará si se decreta el estado de emergencia. 

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