Una publicación reciente en la prestigiosa revista Brain, por parte de un equipo de investigadores liderado por el Dr. Michel Grothe y el Dr. Pablo Mir, del Grupo Trastornos del Movimiento del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), en colaboración con la Universidad de Gothenburg, aporta nueva información sobre la importancia de las técnicas de diagnóstico a la hora de diferenciar la enfermedad de alzhéimer de otras enfermedades de origen neurológico.

A pesar de que solemos identificarlo por sus síntomas más comunes, el alzhéimer es una enfermedad extremadamente heterogénea. Una de las causas de esta heterogeneidad es la presencia de otras copatologías que se pueden manifestar junto con el alzhéimer, siendo una de las más comunes la patología de cuerpos de Lewy. “Se trata de depósitos anormales de una proteína llamada alfa-sinucleína, la cual está involucrada en la enfermedad de Parkinson y otros síndromes clínicos relacionados, como la demencia con cuerpos de Lewy” explica el Dr. Jesús Silva-Rodríguez, primer autor del artículo. “Hasta el 60% de pacientes de alzhéimer puede mostrar esta copatología, según los estudios de autopsia más recientes”.

La demencia con cuerpos de Lewy es la segunda causa más común de demencia en personas mayores después del alzhéimer, y está caracterizada por un cuadro clínico que incluye alucinaciones visuales, síntomas motores similares a la enfermedad de Parkinson, trastornos de sueño y cambios en la lucidez mental y la atención. […]. Sin embargo, “a menudo comienza con problemas de memoria, por lo que es fácil que inicialmente estos pacientes se diagnostiquen erróneamente como alzhéimer”, aclara. “La cosa se complica cuando ambas aparecen conjuntamente, dando lugar a un síndrome clínico en el cual es difícil saber qué síntomas clínicos del paciente están producidos por cada patología, lo que dificulta el tratamiento.”

La neuroimagen, imprescindible a la hora de diagnosticar las enfermedades neurodegenerativas

Para obtener un diagnóstico acertado, los especialistas emplean, entre otras cosas, la tomografía por emisión de positrones (o PET). “La PET es una técnica de imagen médica utilizada ampliamente en oncología y neurología que permite obtener una imagen tridimensional de la distribución de una molécula objetivo”, explica el Dr. Silva-Rodríguez.

En el caso de la técnica FDG-PET empleada en el estudio, la molécula objetivo es un análogo de la glucosa conocido como FDG. “Existe una fuerte evidencia de que la disminución del consumo de glucosa y, por ende, de la captación de FDG-PET, permite ‘fotografiar’ in vivo el proceso de neurodegeneración. Cada patología neurodegenerativa (enfermedad de Alzheimer, demencia con cuerpos de Lewy, demencia frontotemporal, etc.) produce degeneración en áreas distintas del cerebro, un patrón único de cada enfermedad”.

Aunque hoy en día la imagen FDG-PET está indicada para el diagnóstico temprano de la gran mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, existen muy pocas evidencias de que estos patrones de neurodegeneración puedan aparecer incluso sin síntomas clínicos de la enfermedad. “El principal hallazgo de nuestro trabajo es que la técnica de imagen FDG-PET permite identificar individualmente a pacientes con una patología subyacente de cuerpos de Lewy, incluso aunque estos no hayan desarrollado ningún síntoma clínico de la misma. En nuestro trabajo observamos que un porcentaje considerable de pacientes con un diagnóstico clínico de alzhéimer tienen hallazgos en la FDG-PET más similares a los observados en pacientes con demencia de cuerpos de Lewy, y hemos demostrado que estos pacientes realmente tienen menos patología de alzhéimer y -gracias a un seguimiento de hasta 6 años- que desarrollarán síntomas clínicos típicos de la demencia de cuerpos de Lewy en el futuro”, señala el Dr. Michel Grothe, que lidera la línea de neuroimagen dentro del grupo.

La inteligencia artificial, una herramienta esencial

El trabajo no estuvo exento de retos. Según el Dr. Silva-Rodríguez, “Uno de los desafíos era poder identificar un número suficiente de pacientes diagnosticados con alzhéimer que presentasen estos patrones de imagen compatibles con demencia de cuerpos de Lewy”. Para garantizar que contarían con el número suficiente de sujetos, los investigadores tuvieron que analizar imágenes médicas de más de 1 200 pacientes. Para ello entrenaron a un algoritmo de inteligencia artificial para detectarlos: “Los datos para el entrenamiento fueron derivados de una base de datos de pacientes con autopsia e imágenes FDG única en el mundo, en los cuales se verificó postmortem la presencia de neuropatología de alzhéimer y/o cuerpos de Lewy”. Estos pacientes provenían de la base de datos de la Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative (ADNI), un proyecto con base en Estados Unidos que comparte sus datos para poder realizar estas investigaciones.

En busca de una medicina más personalizada

“Los hallazgos de nuestro estudio sugieren que debemos reconsiderar la importancia de la imagen en el diagnóstico temprano de estas enfermedades”, sugiere Jesús. «Identificar a los pacientes con patología (o copatología) de cuerpos de Lewy antes en el tiempo nos permitirá mejorar las opciones terapéuticas y el consejo al paciente y su familia desde etapas tempranas”.

Según señala el Dr. Grothe, una identificación adecuada puede cambiar radicalmente la decisión de aplicar uno u otros tratamientos: “los pacientes con patología de cuerpos de Lewy tienen muchas más probabilidades de responder bien a ciertos fármacos específicos”. Además, recientemente han comenzado a aprobarse alrededor del mundo diferentes medicamentos para la enfermedad de Alzheimer: “es muy probable que pacientes con una patología subyacente de cuerpos de Lewy no respondan bien a estos fármacos”, concluye.

Los autores creen que sus hallazgos pueden tener un impacto en el corto plazo. “En nuestra opinión, es probable que nuestro trabajo, junto con otros avances recientes, lleven a una revisión y actualización de las guías clínicas para el diagnóstico, dándole mayor relevancia al uso de la imagen FDG-PET”, zanja el Dr. Mir.

Este estudio ha sido financiado principalmente por el Instituto de Salud Carlos III a través de fondos provenientes del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (ISCIII-FEDER).

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