Una pregunta que nos vendrá a la cabeza perfectamente es si se puede resucitar el romance andalusí. Mejor dicho, dos preguntas: si se puede y para qué. La primera tiene una respuesta «potencial»: en principio sí, pero solo en teoría. Con todo lo que hay documentado, las lagunas son relativamente fáciles de rellenar.

 Ahora bien, no olvidemos que se extinguió en el siglo XIII, por lo que todos los conceptos que han aparecido a partir de la baja edad media hasta hoy habría que recrearlos. Desde todos los productos que vinieron de América hasta los conceptos tecnológicos actuales. No es poca cosa, pero se puede adaptar a la forma de las palabras andalusíes. Tomate sería «tomati» fútbol se adapta a «pedi-bollár» e internet es literalmente «tre-reti» (si no dejamos los anglicismos tal cual)

Sé lo que vas a decir, que eso suena a inventarnos un idioma, pero lo cierto es que de una manera u otra ha sucedido en todas las lenguas.

Es la cantinela con la que siempre se critica al euskera batua por haber unificado los diferentes dialectos y creado palabras nuevas que no eran vascas. Pues atención, el castellano hizo exactamente lo mismo. ¿La única diferencia? Que sucedió mucho antes y hemos perdido esa noción, pero solamente es eso.

Cuando Alfonso X oficializó el castellano como lengua del reino, este romance no era más que una lengua de guerreros y campesinos, por otra parte, algo exactamente igual a los demás idiomas orales. Todo el registro oculto que le faltaba lo «sacó» del árabe y del latín. Además, escogió el toledano como el estándar de entre todos los dialectos. Pero es que el latín había hecho lo mismo hacía mil años y el griego 500 años antes que el latín. Todas las lenguas sin excepciones han sufrido este proceso cuando hubo la necesidad de crear un modelo normativo. Como en la mayor parte de veces esto ocurrió hace tantísimo, nos parece nacieron ya así. 

Ahora bien, lo mismo no es exactamente. Hay una nada desdeñable diferencia: el castellano se hablaba en ese momento en el que pasó por cocina, pero el andalusí lleva un milenio desaparecido.

Así pues, siguiente cuestión: ¿Se ha resucitado algún idioma para tenerlo como modelo? Pues hace poco se ha revivido el cónico y el manés, pero años luz del éxito del «lázaro» por excelencia: el hebreo. La lengua bíblica se extinguió antes incluso de la aparición de Cristo y hoy lo habla nada menos que ocho millones de personas: la población de Andalucía.? 

¿Qué hay detrás de semejante éxito?: La necesidad. Era necesario un idioma para el nuevo estado de Israel. Nada de esto ocurre con el andalusí. Si la ONU decidiera formar un estado para darle una patria a la diáspora morisca, una «Novándalus», podría buscarse esta lengua como nexo de unión identidad. Eso siempre que no y quisiera tirarse del árabe. Una Andalucía independiente, que no quisiera tener lazos lingüísticos con el resto de España, podría hallar la necesidad de recuperar el andalusí. 

Como lógicamente no vamos a ver ninguno de estos dos escenarios, la pregunta ahora es… ¿Para qué recuperar esta lengua si no hay una necesidad objetiva para ello? 

Pues servirá si le encontramos «una razón» para existir. La política no la hay y casi mejor. El uso de una lengua por intereses partidistas solo lograría tener a media población en contra. 

¿Entonces que hay que todo el mundo lo apoye? Pues el arte. Aquí sí que podríamos hallar una necesidad para darle vida al andalusí. Por ejemplo, la música. Si nos paramos a pensar… ¿Qué sentido tiene cantar música morisca en castellano, más allá que sea la única lengua que hablan sus cantantes? Por una cuestión histórica y cultural, ¿No sería más natural hacer música andalusí… en andalusí?

Esa sería una manera natural de dar vida a esta lengua con la que se entendiera con algo lógico como no impuesto, que despertaras simpatía y ganas de conocerla más y más.

Seguro que hay otros escenarios, pero el de la música morisca es una manera idónea de darle un contexto al romance andalusí. ¿La copla? ¿El flamenco? Tampoco es descartable adaptar alguna modalidad de ambos, «morisquearlos», hacerlos necesarios para cantarlos en la lengua de nuestros antepasados. El mismísimo Paco de Lucía compuso un disco dedicado a Ziryab. ¿Le ponemos voz… Andalusi?

Ahí lo dejo, y como siempre digo, larga vida al romance andalusí.

Gaditano afincado en Madrid y trabajando en el Museo del Prado. Me he dedicado durante seis años a reconstruir la lengua de nuestros antepasados y darle la divulgación que se merece.

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