Archivo - El presidente de la Junta, Juanma Moreno, interviene en el Debate sobre el estado de la Comunidad celebrado en el Parlamento andaluz en noviembre de 2023. (Foto de archivo). - JOAQUÍN CORCHERO- PARLAMENTO DE ANDALUCÍA
Archivo - El presidente de la Junta, Juanma Moreno, interviene en el Debate sobre el estado de la Comunidad celebrado en el Parlamento andaluz en noviembre de 2023. (Foto de archivo). - JOAQUÍN CORCHERO- PARLAMENTO DE ANDALUCÍA

Como si de un lema de manifestación se tratara, escuchamos en nuestro interior, unas voces de fuera que gritan «Adelante el sectarismo, atrás la democracia». Cada día son más las muestras de avance de una sociedad excluyente, ultrafragmentada y dividida, y no es una perogrullada más de las que escuchamos en los medios de comunicación oligárquicos, lo sentimos a cada paso que damos.

Desde las mismas organizaciones políticas, que debieran ofrecer a la población en general un instrumento de participación y de movilización, nos encontramos con actitudes centrífugas que, hasta a quienes tienen más voluntad por aportar, les echa para atrás. «Atrás la democracia». A un año, más o menos, según los intereses de la dirigencia, de las elecciones andaluzas, sin necesidad de procedimiento interno alguno, se da por hecho que el candidato del Partido Podrido será quien hoy preside de forma absolutista la Junta, los contratos publicitarios a su favor le avalarán.

Ya tenemos candidata a la presidencia por parte del partido del gobierno central, sin primarias, sondeos, ni consulta a la militancia, pues con las ofertas de quita de deuda y a la espera de escándalos de corrupción ajenos que esta vez sí salgan en los medios, será suficiente. Hasta Adelante Andalucía, desde su pequeñez, nimiedad y debilidad militante e ideológica, tiene su líder supremo «elegido» en asamblea por aclamación, sin primarias, votación ni lista alternativa, a partir de un reglamento amañado por un grupúsculo sectario. Las cosas se están haciendo «como siempre», dando la razón a quienes dicen que todos los partidos son iguales y que la política es una mierda, sin distinción. «Adelante el sectarismo».

En toda organización, empresarial, cultural, social, política y hasta familiar, hay un grupo originario, fundacional o, simplemente, más activo por sus posibilidades personales, grupales o vocacionales, pero cuando se arroja la autoridad ante cualquier disensión, crítica o cuestionamiento, se convierte en autoritario, altivo, impermeable y desvertebrador.
Desaparece la democracia interna en el momento en el que no se valora la diversidad, el diálogo, el debate y la discusión.

Hoy en día hay que abrirse a las redes sociales como instrumento de comunicación, sin olvidar la cantidad de bulos o tonterías que se pueden leer, ni la conveniencia de la conversación personal, pues es canal convencional, lo más extendido y lo más fácil de utilizar, sin límites de horarios ni calendarios, espacio ni vergüenza. Pero también en este sentido se quiere limitar la participación, coartando a quien interviene de manera inadecuada para las élites. No podemos olvidar que un derecho democrático fundamental es el de la expresión y, probablemente, se redacta en las leyes para dar pábulo a la diversidad de opiniones, a la discusión y al diálogo, por más molesto que sea. «Atrás con la democracia».

Vivimos en tiempos complicados para la agrupación y el acuerdo. En la política, constantemente se apela a la unidad, sabiendo que es asimétrica e interesada. Quienes más han hecho por desunir, por alejar y excluir a quien no le aplaude es quien predica la confluencia. Los de la izquierda desunida sacan una «nueva» idea: vamos a ir juntos a las elecciones, y nos lo tenemos que creer porque, en caso contrario, dejará de ser presidente quien hoy lo es con otro partido. Por otra parte, los sectarios no hablan de unirse. Las múltiples derechas (porque sí, también la derecha está desunida, aunque no se diga tanto) trabajan cada cual para sí misma, tratando de expulsar y vilipendiar a la otra, con la que pacta sin rubor, a la que deja hacer, gobernar o simbolizar a cada rato.

La supuesta izquierda institucional tampoco quiere oír hablar de frentes amplios ni de mareas socialdemócratas, con la confianza de que tendrá los apoyos justitos para evitar que los malos vuelvan al gobierno. Y los partiditos, ésos con un par de representantes legislativos, deciden mantener su aislamiento, excluyente y ortodoxo, imbuido en su autoasignada pureza, despreciando a unos por derechosos, a los otros por antiguos, a los de más allá por traidores y a los de más allá del más allá por ridículos y baja militancia, aunque ellos mismos mantengan el secreto de la suya, junto al de sus cuentas, por más que los medios y la filiación se lo pida. «Adelante con el sectarismo».

La sociedad en general, igualmente, nos muestra sus miserias, cuarteando a los seres humanos, como fichas de parchís de distinto color que avanzan comiéndose a la otra, buscando su propia y egoísta salvación. Los cristianos acusan a los moros de arrojar agua a un Cristo sin la más mínima prueba ni verdad. Los policías acosan al subsahariano hasta hundirse en el agua sin saber nadar para que la justicia los exonere de culpas. Las redes dicen que unos gitanos perseguían al joven futbolista que dramáticamente se electrocutó en unas catenarias desprotegidas sin una sola evidencia.

Los guardias acumulan horas extras para cobrar más mientras sus compañeros del trabajo social soportan la falta de cobertura de las vacantes. Los empresarios claman por una aplicación más laxa de la ley laboral apelando a la imposibilidad de seguir llenando sus bolsillos. Y las eléctricas que publicitan sus enormes beneficios levantan sus hombros cuando no dan el servicio contratado. Y así seguimos y seguimos, cada cual en su parcela, en su condado de marca hispánica, lejos de la diversa unidad califal y la vertebración de un solo horizonte cultural. «Atrás con la democracia».

Hay alternativa: asamblearismo, colaboración, horizontalidad, integración, diversidad, interdependencia, participación, multilateralismo, diálogo, cooperación. «Abajo los sectarismos y adelante la democracia».

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