El avión sale en una hora y todavía no has facturado. Vas tarde, vas tarde, vas tarde. Vale, quedan 20 minutos para que cierre el mostrador en el que un año más te enfrentarás al límite de los 20 kilos. Abrigos, botas: te preguntas para qué, si has mirado el tiempo en Sevilla y casi que no parece invierno, con esos 20 grados de máxima. En Cádiz: más de lo mismo. Ya te imaginas comiendo croquetas en la playa, descorchando la botella de champán barato y pum, su espuma confundiéndose con la de las olas. 

Piensas en la frase que leíste en Twitter hace unos días: "Vivimos en Andalucía, no hay más Gordo que eso", o en ese meme de Cristiano Ronaldo llorando en el que se lee la frase "cuando tienes que desayunar fuera de Andalucía" como motivo de sus lágrimas. Lágrimas derramadas por la tierra de uno y que caen en suelo ajeno: en su caso por perder un mundial, en el de los andaluces que vivimos lejos por la nostalgia blanca y verde de una buena tostada con aceite y jamón y un abrazo de mamá. 

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