Tras varios días de expectación, el humo blanco salió finalmente de la chimenea de la Capilla Sixtina. El cónclave ha hablado: el nuevo Papa ya ha sido elegido. Por primera vez en la historia, se trata de un pontífice nacido en Estados Unidos. Robert Francis Prevost Martínez, de 69 años, ha sido el elegido para suceder a Francisco, fallecido el pasado 21 de abril. Su nombre papal será León XIV.

La elección de Prevost marca un punto de inflexión en el Vaticano. El misionero agustino nacido en Chicago ha contado con un respaldo mayoritario entre los 133 cardenales electores reunidos a puerta cerrada desde el pasado martes. Su perfil internacional, su experiencia en América Latina y su visión comprometida con los más vulnerables parecen haber sido claves para alcanzar el consenso.

Robert Prevost no es un desconocido en la Santa Sede. En enero pasado, el propio Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más influyentes en la estructura de la Iglesia. Nacido en 1955 en Chicago, de madre española y ascendencia franco-italiana, Prevost ha sido durante décadas un referente pastoral en Perú, donde ejerció como misionero y obispo de Chiclayo.

Su formación es sólida: licenciado en Ciencias Matemáticas, estudió Filosofía y Teología en Chicago, con especialización en misión intercultural. Fue ordenado sacerdote a los 26 años y dedicó buena parte de su vida a trabajar en zonas empobrecidas del Perú, donde dejó una profunda huella en diócesis como Trujillo, Chulucanas o Iquitos.

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