Patria, Minerva y María Teresa. Tres nombres. Tres mujeres. Tres asesinadas un fatídico día de 1960 que dio paso a un movimiento feminista en Latinoamérica que acabaría provocando en 1981 el primer 25N.

De manera oficial se organizó en las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999 y, hasta hoy, se sigue llenando las calles de morado, acompañadas de actos reivindicativos y manifestaciones multitudinarias por todas las ciudades del mundo.

En el año 2020 fueron 29.215 las mujeres víctimas de violencia de género, 10.836 de ellas eran de origen extranjero. La estadística ha seguido creciendo y es que en el año siguiente (2021) fueron 30.141 las víctimas totales.

Es un problema real que afecta a mujeres, pero también afecta a los hombres. Afecta a todo el conjunto de la sociedad y para paliarlo solo queda defenderse.

Es cierto que un 20% de los jóvenes consideran que el movimiento feminista es un «invento ideológico», pero las estadísticas y testimonios desarman estos argumentos que solo restan importancia a los problemas de la ciudadanía.

Caminando por las calles andaluzas se percibe un acento feminista. Bufandas, gorros, guantes y mascarillas moradas, además de camisetas reivindicativas. Está claro que no es un juego, que no es una broma, que el silencio y la falta de reivindicación hace más daño y mata más. Tolerancia cero a la intolerancia.

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