La capilla ardiente de Manolo Sanlúcar está instalada en el Auditorio que lleva su nombre en Sanlúcar de Barrameda. Hasta las 20:00 horas estará abierta para dar el último adiós al guitarrista flamenco que falleció ayer a los 78 años de edad. Esta despedida se suma a los tres días de luto oficial decretados en el municipio en el que ondean las banderas a media asta.

Manolo Sanlúcar es la figura del mundo de la cultura y las artes españolas que más ha contribuido a difundir el nombre de su ciudad natal por todo el mundo. «Siempre he luchado llevando por delante la palabra de mi pueblo, de tal manera que soy un hombre que renunció a su apellido para coger el de Sanlúcar», dijo el pasado mayo en la inauguración del Auditorio.

Hijo Predilecto de Sanlúcar y de la Provincia, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, premio ‘Pastora Pavón, Niña de los Peines’, entre otros muchos e incontables reconocimientos, Manolo Sanlúcar ha sido un compositor de indudable prestigio y un guitarrista de excepción. Su obra ha obtenido el reconocimiento internacional y como intérprete ha mostrado su capacidad creadora en los principales escenarios de todo el mundo. «Yo quisiera ser para ustedes un mensajero. Mi guitarra está al servicio de mi pueblo y allá donde mi pueblo esté, estaré yo», dijo también en mayo pasado.

Destaca, además de su acreditada trayectoria artística, la académica. Siempre contribuyó a mantener y divulgar el flamenco, uno de los elementos más importantes de nuestra cultura.

En los últimos años Manuel Muñoz pudo constatar el cariño, el aprecio y la admiración de su pueblo y del mundo del flamenco en diversos reconocimientos públicos. En Sanlúcar quedará siempre constancia con el auditorio, el monumento y la plaza que lleva su nombre.  

El alcalde ha mostrado su pesar por la muerte de esta figura universal. «Ahora tenemos que recordar a ese hombre que defendió la cultura andaluza, el flamenco y la guitarra para situar a su tierra en todos los escenarios, mostrando que su amor por Sanlúcar de Barrameda fue infinito», señala Víctor Mora.

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