El Consejo de Gobierno andaluz anunciará este miércoles desde las Reales Atarazanas de Sevilla la finalización de la restauración de este histórico astillero medieval, el mayor de España y uno de los principales símbolos de la relación de la ciudad con América. Tras más de treinta años de proyectos frustrados y largos periodos de abandono, el inmueble declarado Bien de Interés Cultural ha sido rehabilitado con una inversión de 18 millones de euros y un plazo de ejecución de 31 meses, a cargo de Grupo Avintia.
La intervención ha devuelto la vida a un conjunto de más de 7.000 metros cuadrados, formado por grandes naves unidas por arcos de ladrillo. Las piezas más dañadas fueron sustituidas por nuevas, respetando la estética original, mientras que los suelos en zonas de mayor valor patrimonial se resolvieron con técnicas reversibles que preservan la memoria de su antiguo uso como lugar de construcción naval.
El proyecto ha combinado procesos de restauración de materiales históricos —carpinterías y cerchas de madera de gran antigüedad— con soluciones contemporáneas como pilotes, solados de cubierta y escaleras mecánicas, dando lugar a un espacio que une esencia patrimonial y modernidad. Entre los nuevos usos previstos destaca una sala de exposiciones concebida con diseño actual.
Recuperación
La recuperación de las Atarazanas ha estado marcada por años de polémicas y bloqueos. El diseño inicial del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra fue impugnado por colectivos patrimonialistas como Adepa, lo que retrasó la licencia de obras hasta que en 2021 se alcanzó un acuerdo. Finalmente, la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico dio luz verde a la reforma que comenzó en 2022.
El Ejecutivo andaluz defiende que el proyecto garantiza la compatibilidad entre la memoria histórica del edificio y su adaptación a los usos culturales del siglo XXI, en línea con el relato de Sevilla como capital mundial en lo económico y lo artístico durante la Edad Moderna.