La Consejería de Cultura y Deporte ha puesto en valor cómo la pintura andaluza de la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del XX reflejó la manera en que la aristocracia y la burguesía europeas descubrieron en la costa un espacio privilegiado no solo para el ocio, sino también para la salud. Los baños de mar se convirtieron entonces en remedio recomendado frente a dolencias como la anemia, los dolores musculares e, incluso, los problemas de salud mental.
Según destacó el artista y comisario Juan Martínez Lacomba en el catálogo de la exposición El agua en la pintura andaluza (2007, Museo de Bellas Artes de Sevilla), la implantación del veraneo tuvo en Andalucía dos escenarios principales: Sanlúcar de Barrameda, favorecida por los Montpensier y su conexión con Sevilla a través del Guadalquivir, y Málaga, donde una sociedad pujante y cosmopolita fue pionera en abrir los Baños del Carmen y en disfrutar del litoral de El Palo.
Pinturas que narran un cambio social
El reflejo artístico de este fenómeno puede rastrearse en las colecciones de los museos andaluces. El Museo de Cádiz conserva Escena de celebración nocturna con barcas (finales del XIX) de Salvador Viniegra, donde se observa la influencia de Fortuny y Villegas, así como su célebre La vendimia, que recuerda cómo buena parte de los andaluces pasaban los veranos en el campo.
En el Museo de Jaén se encuentra Contrastes (1907) de Rafael Hidalgo Caviedes, una obra que evidencia de un solo vistazo la brecha social: marineros humildes frente a burgueses y religiosas en la misma embarcación. Ya en el siglo XX, artistas como Germán Álvarez Iglesias, Manuel García Rodríguez, Santiago Martínez o Gustavo Bacarisas mostraron la vida en las playas y escenas estivales, como la que representa Noche de verano en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
La costa como inspiración
Las marinas malagueñas inspiraron a Ricardo Verdugo Landi, con obras repartidas entre el Museo de Málaga y el de Córdoba, y a Guillermo Gómez Gil, autor de Las olas, conservada en Sevilla. En la provincia de Cádiz, Felipe Abarzuza retrató la Playa de la Barrosa (Museo de Cádiz), mientras Federico Godoy plasmó el ambiente de Puerta Tierra en los años veinte.
La vanguardia también se dejó seducir por el mar. Ejemplos de ello son la Bañista de Picasso (Museo Picasso Málaga), Mujeres vela de Antonio Rodríguez Luna (Museo de Bellas Artes de Córdoba) o El mar de Daniel Vázquez Díaz (Museo de Jaén).
El mar en la Generación del 27
El influjo marino alcanzó igualmente a los artistas vinculados a la Generación del 27, que celebrará su centenario en los próximos años. Poetas como Rafael Alberti y Luis Cernuda hicieron del mar un lugar de deseo, plenitud y luz, y esa visión fue compartida por pintores como José Moreno Villa o José Caballero. Precisamente este último será protagonista de los actos conmemorativos organizados por la Consejería de Cultura y Deporte, que mostrará en el futuro Museo de Bellas Artes de Huelva más de 150 piezas de su legado.
El mar, convertido en categoría estética y vital, sigue siendo un hilo conductor en la historia cultural de Andalucía: un espacio de salud, ocio e inspiración que transformó la forma de mirar y vivir el verano.