Antes de comenzar a trabajar en el proyecto La Prensa en Andaluz, todo lo que conocía de las aulas de la experiencia se reducía a que la edad de los alumnos es mayor que la que normalmente vemos en las aulas tradicionales. El resto, totalmente desconocido.

He de reconocer mi sorpresa. Los alumnos que he conocido sobrepasan, en su mayoría, los 70 años, pero es encomiable las ganas que le ponen y la actitud que tienen ante lo que se les enseña. Ayer llevamos el taller a Carmona, en esta localidad sevillana hacemos doblete porque tenemos unos 40 alumnos. Esa es otra de las sorpresas que me llevo constantemente: no solo tienen muchas ganas sino que son bastante numerosos.

Podríamos caer en el error de pensar que su asistencia es anecdótica, para matar el tiempo o porque no hay nada mejor que hacer, pero en las clases demuestran que están ahí porque quieren aprender. Participan constantemente y su mirada es la de alguien que está procesando y asimilando lo que le estamos contando. Asienten pero también expresan su desapruebo cuando algo no les cuadra, cuando hablamos de medios con los que no comulgan o cuando hablamos de la situación de la mujer en los medios.

Los alumnos de la primera sesión de La Prensa En Andaluz en Carmona.
Los alumnos de la primera sesión de La Prensa En Andaluz en Carmona.

Conocen casi todos los temas que tratamos, si no al completo, en su mayoría. El proceso autonómico andaluz, los ejemplos de prensa andaluza que ya no están disponibles en los quioscos, la manipulación existente en los medios de comunicación (la que ejercen y a la que están sometidos), hasta dónde llegan los grupos de comunicación… incluso están bastante puestos en el tema de las nuevas tecnologías y el cambio que han supuesto como forma de acceder a los medios. ¡Esto me recuerda que tengo que enviar las fotos del último taller al grupo de WhatsApp que tienen los alumnos!

En definitiva, se puede decir que este acercamiento a los mayores ha derribado muchos tópicos e ideas preconcebidas y me ha acercado a una realidad que tenía muy cerca pero a la que no prestaba atención.

Quizá, si lo pensamos bien, los alumnos de las aulas de la experiencia sí vienen a los talleres porque no tienen nada mejor que hacer, pero no lo confundamos con aburrimiento, sino porque no hay nada mejor que aprender.

Antonio J. Reina

Carmona

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