El trabajo con personas mayores de 55 años a través de estos talleres de La Prensa en Andaluz han constituido en general una experiencia satisfactoria y de aprendizaje mutuo. Sin embargo, no sería realista describir todos los encuentros de la misma manera, ni considerar a nuestra audiencia de manera homogénea aunque forme parte del mismo tramo de edad.

El taller que llevamos a cabo mi compañero Fernando Domínguez y yo en el Centro de Mayores de Los Palacios nada tuvo que ver con el resto. Sería fácil utilizar categorías de análisis del siglo pasado y hablar de la diferencia entre campo y ciudad, pero a estas alturas caer en esa dicotomía no solo sería erróneo sino clasista.

Por circunstancias propias de las fechas (finales de junio) la mayoría de las personas que en principio iban a asistir al taller se encontraban en ese momento en la fiesta de fin de curso del colegio de sus nietos, sobrinas, vecinos, etc. Una convocatoria ineludible para cualquier abuela que entendimos a la perfección. Esto mermó el encuentro al que finalmente solo asistieron menos de una decena de personas, todos hombres, por cierto, menos una mujer.

Un grupo entrañable que nos escuchaba en silencio y nos respondía con amabilidad a cada una de nuestras preguntas pero que no dejaba de mirarnos con sorpresa e incomprensión.

Uno de los objetivos principales, sino el principal, de estos talleres organizados por Maravedismo es el posicionamiento de la comunicación “como elemento central en la construcción de una ciudadanía informada, activa, crítica, participativa y transformadora de su entorno”. Un fin que comparto y al que todos aspiramos pero que se torna mucho más complicado cuando tenemos frente a nosotros a representantes de una generación y una clase social a quien se ha negado durante décadas la posibilidad de crítica y de transformación. Hablamos de personas sin estudios, que han trabajado toda su vida de sol a sol y que se han sentido alejadas de la vida pública (con la ayuda del poder) y de los lugares de toma de decisiones. Personas cuya vida ha estado marcada por hitos que no siempre coinciden (o casi nunca) con los que le mostramos en los medios de comunicación.

– “¿Recordáis las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 reclamando la autonomía andaluza?”

– “Yo de lo que me acuerdo es del hambre que pasé en el 45”, responde Antonio. Un hombre de setentaymuchos curtido por el sol y atento a todo lo que le decíamos sin comprender demasiado.

Su relación con los medios se reduce prácticamente al ocio: Paramount Channel para ver películas, los deportes de cualquier cadena y Canal Sur con Juan y Medio, el único programa donde aparecen personas de su entorno y que les pueden representar.

Concluyendo, no podemos más que confirmar la enorme brecha existente no solo entre generaciones sino entre diferentes niveles socioeconómicos. El grupo de Los Palacios estaba formado por un grupo de personas curtidas, trabajadoras, encantadoras y con mucho a sus espaldas pero muy lejos de los medios de comunicación, sin hablar de las redes sociales que desconocían por completo. Todo un reto seguir encontrándonos con grupos así. Eso sí, hay un universal cultural en el que coinciden todos los públicos desde adolescentes a abuelos: el fútbol. Para estudiarlo.

Mar Pino

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