Carmen de Burgos y Seguí, también conocida como Colombine, nació en Almería en 1867. Maestra de profesión, pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, se convirtió en la primera periodista profesional de España y corresponsal de guerra. Llegó a ser una de las mujeres de referencia de principios del s.XX junto a Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor o Victoria Kent.

De familia acomodada (su padre era vicecónsul de Portugal en Almería) se casó a los 16 años con el periodista Arturo Álvarez Bustos, 12 años mayor que ella, quien tenía en propiedad la tipografía que imprimía el diario más importante de la ciudad. Este hecho le permitió su primer acercamiento al mundo del periodismo. Por desgracia para Carmen, el matrimonio fue un baño de lágrimas desde el principio, y la ilusión depositada se fue transformando en tristeza y dolor.

En 1895 consigue la titulación de maestra de Enseñanza Elemental de Primaria y en 1898 la de Enseñanza Superior, consiguiendo una plaza mediante oposición en 1901 en la Escuela de Maestras de Guadalajara. Un año más tarde, la muerte de uno de sus hijos le empuja a dar el paso de abandonar definitivamente a su marido, infiel y vividor, decidiendo marchar a Madrid con su hija pequeña.

A partir de 1902 colaboró con el periódico El Globo, en el que escribía una columna titulada Notas Femeninas tratando temas relacionados siempre con las mujeres como La mujer y el sufragio. Un año más tarde es contratada por Augusto Suárez de Figueroa y su Diario Universal, convirtiéndose así de forma oficial en la primera mujer periodista profesional de España. Desde entonces, y por consejo de Augusto, firma su columna bautizada como Lecturas para la Mujer con el pseudónimo de Colombine. En esta nueva etapa hablaba de modas y modales pero introduciendo de vez en cuando una serie de ideas que ya venían extendiéndose por Europa, como la legalización del divorcio.

En 1905 recupera su labor docente, pausando durante un año su carrera periodística. Consigue una beca del Ministerio para estudiar los sistemas de enseñanza en otros países, lo que le permitió viajar por Francia, Italia y Mónaco. A su vuelta a España crea «La tertulia modernista», una reunión semanal de escritores, periodistas, artistas, músicos… Colombine se había convertido también en un personaje clave del ambiente cultural madrileño. Es en esta tertulia donde conoce a Ramón Gómez de la Serna, entonces un desconocido estudiante de 18 años, con el que mantuvo una intensa relación amorosa y literaria durante 20 años.

Tras el desastre del Rif en 1909, Colombine es enviada a Melilla por el Heraldo de Madrid y se convierte en la primera mujer corresponsal de guerra. Una vez de vuelta, publica el artículo ¡Guerra a la guerra! en el que defendía a los pioneros de la objeción de conciencia. En esta misma cabecera abordó otros temas progresistas, como la lucha contra la pena de muerte o la defensa de las mujeres trabajadoras.

La proclamación de la Segunda República en 1931 colma las aspiraciones de Carmen de Burgos (la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino) y se afilió al Partido Republicano Radical Socialista. Por desgracia, tan solo un año después fallece de muerte natural a pesar de ser atendida por tres médicos, entre los que estaba su amigo Gregorio Marañón.

Tras la Guerra Civil su nombre pasó a formar parte de la lista de autores prohibidos por el régimen, y  sus libros desaparecieron.

Carmen de Burgos es considerada hoy día una de las primeras feministas defensoras del papel social y cultural de la mujer. En su obra La mujer moderna y sus derechos (1927) definía su postura como un feminismo conciliador: «No es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado».

CW

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