Miguel López, un vecino del municipio jiennense de Vilches, tenía como última voluntad que tocaran Paquito el Chocolatero antes de morir, cosa que se cumplió. Detrás del coche fúnebre que transportaba al fallecido del tanatorio a la Iglesia de San Miguel y de ahí al cementerio, iba una charanga que tocaba clásicos alegres como es el caso de Paquito el Chocolatero.

Según recoge Nius, la prima del fallecido dice que Miguel  «quería en su entierro alegría y no penas, que bastante tenía en vida». En más de una ocasión, Miguel le había dicho a sus familiares su intención de que el día que falleciese, quería que sonase esa canción. Incluso el día antes de morir se lo recordó a su prima.

Cuando los vecinos se asomaron a la calle atraídos por la música, la sorpresa fue grande al encontrarse que esta iba acompañando a un coche fúnebre. No tardaron en sacar los móviles para grabar la peculiar escena prácticamente sacada de una película. A veces la realidad supera a la ficción.

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