Como un maestro de la televisión, así fue calificado Jesús Hermida a lo largo de su amplia trayectoria y también tras su muerte en 2015. Hoy se cumplen 85 años desde que el genial periodista naciera en Ayamonte. Él, que en un vídeo para la Asociación de la Prensa de Huelva decía haberse sentido siempre muy ligado a Huelva: “Eso testifica todo mi ser y de eso presumo, he presumido y presumiré por todas partes del mundo”.

Hermida comenzaría su carrera periodística en el diario onubense Odiel Información, aunque fue su mítica Página H en el periódico Pueblo, entre 1965 y 1968, la que le empezó a otorgar popularidad. Pero si tenía un don especial dentro de su vocación comunicadora, ese era el de la palabra. Por eso lo encumbró el hecho de convertirse en el primer corresponsal de Televisión Española en Nueva York, donde entre 1968 y 1978, vivió y narró algunos de los acontecimientos más importantes de la historia reciente de Estados Unidos, es decir, del mundo: la llegada a la luna, la guerra de Vietnam, el caso Watergate…

Por encima de todo, Hermida era un gran contador de historias, de él se dice que cuando describía algo parecía que lo estuviera fotografiando. Y fue durante aquella corresponsalía cuando desarrolló su estilo propio, marcado por la empatía y la conexión con el público: “Me di cuenta de que estaban equivocados los que creían que la televisión tenía que ser una cosa solemne”, decía en una entrevista sobre aquella primera experiencia en las pantallas, donde realizó entrevistas a personajes tan populares como Richard Nixon, Liza Minelli, Margaret Thatcher, Jane Fonda, etc.

A partir de entonces y durante las siguientes décadas, Hermida seguiría haciendo evolucionar la televisión de nuestro país, al que volvió con la democracia y donde completó una dilatada trayectoria como presentador para diversos programas informativos y de actualidad. Aunque también pasó por la radio, fue su vuelta a TVE en 1987 y su importante papel desde su origen –1992– en la cadena Antena 3 Televisión los que le hicieron merecedor de numerosos reconocimientos, entre ellos tres Premios Ondas, dos TP de Oro y tres Antenas de Oro.

Aunque sin duda el mayor galardón le sería concedido en 2012 con el Premio Nacional de Televisión “por su completa trayectoria como periodista, creador y conductor de programas televisivos desde los inicios de la televisión pública”, así como “su decisiva contribución al nacimiento y desarrollo de las televisiones privadas en España”. Junto a su carácter innovador, fue capaz de descubrir en sus programas a toda una generación de talentosas mujeres periodistas, en unos tiempos en los que no abundaban. Nieves Herrero, Consuelo Berlanga o la también andaluza Irma Soriano fueron algunas de esas llamadas chicas Hermida, un término que él mismo rechazaba: “Esas mujeres, que desarrollan su vida profesional, que se lo han ganado todo, no tienen por qué ser chicas de nadie”, afirmaba en una de sus últimas entrevistas.

Apasionado de la comunicación y gran innovador del lenguaje televisivo, mezcló los temas de alta política y una mirada cotidiana con coherencia y un estilo comunicativo algo barroco, pero sin lugar a dudas único. “El mejor elogio es ser tú”, era una de sus frases habituales. Una voz propia que ha acompañado durante no pocos años al alumnado asistente a los talleres de La Prensa en Andaluz, y que por ello añoran hoy día como ejemplo de buen periodismo. Difícil igualar esa manera de contar la realidad.

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