Ángeles Carmona, de 64 años, parece discreta y algo tímida, pero no pasa desapercibida. Tan solo basta escucharla durante un par de intervenciones para saber que estamos ante la única mujer de la sala con estudios. Esta maestra jubilada nos atiende amablemente tras finalizar el taller La Prensa en Andaluz que hemos impartido a un participativo y agradecido grupo de mujeres (y un hombre) mayores de 55 años del Centro Permanente de Adultos “El Perejil”, en Alcalá de Guadaíra.

¿Qué destacaría de todo lo que hemos visto en el taller?

“El taller me ha parecido muy claro, muy reflexivo, sobre todo a la hora de ver cómo los medios de comunicación tratan a algunos colectivos, como la mujer. Me pongo mala cuando utilizan a la mujer como sex-symbol. Y también me ha llamado la atención cómo los medios tergiversan de tal manera que te llevan a donde ellos quieren si no tienes una idea muy clara de las cosas. La sociedad está dormida con noticias muy fáciles, muy simplonas, y no para que la gente reflexione. Tendríamos que despertar.

¿Por qué motivos cree que tendríamos que despertar?

“Por el paro, la corrupción… Para mí es muy importante el paro juvenil porque lo estoy viviendo en casa. Pero a la gente le dan “pan y circo” con fútbol y determinados programas y así es más difícil que nos movamos. Por ejemplo, los programas de Canal Sur son, generalmente, para no pensar. Todo va dirigido a una masa de gente que se deja llevar por la imagen de la televisión y lo que dicen, pero en ningún momento cuando terminas de ver un programa te cuestionas si lo que has visto te sirve para algo, si es verdad o no… Creo que hay pocas cadenas que te hagan reflexionar. Los medios de comunicación nos van aborregando poco a poco”.

¿Qué medios de comunicación suele consumir?

“Me gusta mucho escuchar la radio, la pongo a menudo cuando estoy en casa. Y de la televisión, me gusta La Sexta, programas como Salvados, que te llevan a la realidad y que denuncian injusticias. Además, en programas de este estilo, y en general en esta cadena, veo que los periodistas son más directos, como Ana Pastor y Jordi Évole. Algunos que veo en otros canales parecen que están más encorsetados, da la impresión de que están influenciados por el medio que los contrata y cuando hablan es como si no fueran ellos mismos. Y eso se nota”.

¿Hay algún asunto que le gustaría que los medios tratasen de otra manera o echa en falta alguna temática?

“Echo en falta algunas veces que en lo programas de tertulias opine gente normal. Por ejemplo, para opinar del paro no puede opinar una persona que cobre un sobresueldo o que esté muy bien económicamente. Creo que hay que darle más voz a la gente que no puede llegar a fin de mes, a la gente de la calle. Y que se denuncien más los temas actuales que preocupan a la mayoría, porque nos estamos durmiendo con los problemas encima de la mesa. Nos movemos ante una final de un partido de fútbol, pero con un caso de corrupción no nos movemos tanto. Hemos dejado de cuestionarnos las cosas, y todos los días deberíamos seguir haciéndolo. La gente lo sabe, pero no lucha. Solo nos importa estar bien, pero también debería importarnos lo que les pasa a los que están peor que nosotros”.

Durante el taller hemos analizado cómo la prensa andaluza dio cobertura a aquel 4 de diciembre de 1977. ¿Cómo recuerda ese día?

“Pues con mucha ilusión. Tenía entonces 24 años y estaba terminando mis estudios. Tuve mucha suerte porque empecé a trabajar en esos años como maestra de Primaria. Recuerdo que ese día tuve una sensación de libertad y de un futuro que se abría esperanzador. Y también aprendimos a identificarnos como comunidad, eso tuvo una carga emocional importante para mí. Cuando era niña en mi casa estaba prohibido opinar y cuando ya de joven conocías a alguien por primera vez, había que esperar un tiempo hasta conocerse mejor para poder hablar de política; no podías arriesgarte. Viví con alegría que aquello ya había acabado, porque ya nunca más volveríamos a tener miedo”.

Laura Contreras

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